Ideal visita, los niños se lo pasaron genial con las vacas y el simpático dueño tiene talento como speaker. Buena degustación y productos para comprar. Con la visita nos dijeron que podíamos pernoctar sin problema allí, despertar muy bonito. Lo único malo que al llegar de noche, entre los perros de la finca (son cariñosos y mansos) y la falta de visibilidad, nos costó aparcar, aunque hay mucho sitio donde marca P (Parking).