Subía por el camino tan felizmente en pleno febrero, cuando de repente éste se corta porque en todo el medio empieza la pista de esquí. Sin señalización alguna. Con una furgoneta de 7 metros, menos mal que justo antes había un caminito que subía a una casa y a duras penas pude dar media vuelta, pero el cabreo que pillé no me lo quita nadie. Conclusión: en invierno no te arriesgues a subir.